28. 🦇 real life
CHAPTER TWENTY - EIGHT:
home race
Max y yo ya llevábamos varios meses yendo arriba y abajo por el mundo, en otras palabras, yendo a los Grand Prix. Acababan de terminar el parón de verano donde habíamos pasado unos días en Londres con mis amigos y también visitando a Clementine y a Daniel Ricciardo tras el accidente de la primera.
Ahora acabábamos de aterrizar en Zandvoort, para el Grand Prix de Países Bajos, de donde era Max. Estaba demasiado ilusionada, había sentido que todo este tiempo habíamos indagado mucho en mí y en mi historia, Max conocía perfectamente Estados Unidos y aquella era una oportunidad de poder conocer yo el suyo. Y a sus gatos.
ᅳ¿Estás nervioso? ᅳLe sorprendí con la pregunta justo antes de que sacara las llaves de su casa.
ᅳ¿Debería estarlo?
ᅳYo estaba aterrada cuando te llevé a mi casa de la infancia ᅳdije.
ᅳPero es que tu casa de la infancia se caía a cachos y tu padre casi nos dispara con una escopeta ᅳdijo, y no mentíaᅳ. Este es solo un piso que mi hermana ocupa el ochenta por ciento del año y donde tengo a los gatos.
ᅳAmo a tu hermana ᅳNo pude evitar decírselo.
ᅳLo sé ᅳrespondió, sonriendo.
Cada vez que la mencionaba yo decía eso. La había conocido a ella, junto con el resto de su familia materna, en una comida familiar en Mónaco y habíamos hecho clic al instante. Estuvo enseñándome fotos de Max cuando era pequeño y contándome anécdotas que ahora uso para burlarme de él todas las veces que podía.
Entramos por la puerta y no lo iba a negar, estaba nerviosa, era la primera vez que nos quedábamos juntos en un espacio que no fuera una habitación de hotel por más de tres días.
ᅳPues aquí estamos ᅳdijo élᅳ. Voy a dejar las maletas y tú puedes ir cotilleando. Como si fuera tu casa.
Sonreí y no perdí el tiempo. Era grande, pero no inmenso. La entrada daba a dos cuartos, lo que pensaba que era el salón y la cocina. Entré a una de ellas, encontrándome con dos sofás una televisión y varias máquinas de entrenar. No había ninguna foto ni nada interesante, así que di la vuelta.
Al entrar a la cocina lo primero que me recibió fue una torre enorme y dos camas para gatos, se me formó una sonrisita al ver a los dos tumbados en el suelo en lugar de en las camitas. Me acerqué hacia ellos con cuidado, en el fondo estaba aterrada de que me odiaran y le hablaran mal de mí a Max y él me acabara odiando también.
ᅳNo te van a morder, eh.
Di un respingo y me encontré a Max apoyado en el marco de la puerta. Yo estaba de cuclillas, observando a uno de los gatos soltar el bostezo de su vida.
ᅳLo sé, lo sé. Pero no quiero caerles mal.
Lo escuché reír y se acercó a mí, poniéndose a mi lado.
ᅳSi les caes mal, les obligamos a que les caigas bien ᅳsentenció, cogiendo a uno de los gatosᅳ. A pequeños problemas...
ᅳGrandes soluciones ᅳLos dos soltamos una carcajada. Es un chiste privado, no lo entenderíais.
Arrimé mi mano al hocico del gato y lo olió con curiosidad. Yo deslicé la mano por su cabecita y detrás de las orejas, entonces soltó un ronroneo. Miré a Max al instante con un puchero y una media sonrisa. Él ya tenía un brillo en la mirada, me tendió el gato y yo me quedé allí en el suelo con los gatos mientras él sacaba algo de beber de la nevera.
ᅳ¿Te apetece salir a cenar?
ᅳ¿Ah? ᅳNo le había escuchado, estaba demasiado concentrada con los gatos.
Max intentó esconder una risa.
ᅳ¿Te apetece que pidamos algo para cenar? ᅳSabía que no era la misma pregunta que antes, pero ni le di importancia.
ᅳClaro. ¿Sushi?
ᅳPerfecto ᅳHizo ademán de irse, pero se dio la vuelta un instante antes de salir de la cocinaᅳ. ¿Te vas a quedar en el suelo o...?
ᅳEstoy bien aquí.
ᅳOk, genial.
・🏛️・
El día siguiente él se fue pronto para las entrevistas en el paddock, yo me quedé por el apartamento, tranquilamente con los gatos e intentando utilizar alguna de las máquinas de entreno que tenía Max pero sin poder llegar a entender ninguna.
El apartamento tenía una pequeña terraza, con una mesa y dos sillas. Hacía un día precioso así que me pasé la mayor parte del tiempo allí, con una taza de café y un gato en la mesa y el otro en mi regazo. Tenía una vista increíble, que daba a un parque con varias calles conectándolo. Había una floristería en una esquina, con una panadería al lado, casi parecía de película Veía a la gente pasar, simplemente caminando, yendo a saber donde.
Uno de los gatos articuló un bostezo y el otro ya estaba totalmente dormido. Me levanté un momento para coger un libro y estuve leyendo las siguientes dos horas, sin darme cuenta de como pasaba el tiempo y de lo inmersa que estaba en la lectura, ni siquiera leí el mensaje de Max que me decía que se iba retrasar un poco. Lo único que me hizo desconectar un segundo fue el rugido de mi estómago. Cogí lo que había sobrado de anoche y lo comí mientras leía.
Y de pronto, acabé el libro. Pestañeé, el sol estaba bajo, pero aún no se escondía. Lo cerré y lo giré para ver el título. Cleopatra and her elegy. Me quedé unos instantes pensando en ese vacío que había en mi interior tras terminarlo y de como podría llenarlo.
Entonces se me ocurrió y cogí mi teléfono para escribir a Boston: ¿Puedo hacer el guión basándome en un libro? No tardó más de cinco minutos en decirme que lo había hablado con Warner Bros y que le dijeron que no había ningún problema, que solo había que ponerse en contacto con la autora. Le dije que yo me encargaba de ello.
Me puse en contacto con la autora, Cleo Mellors, que era una mujer de setenta y pico años que tenía una pequeña tienda de antigüedades en Venice Beach. Resultó que era una autobiografía de ella y su corta y a la vez larga historia de amor con el director Sam Fabelman. Seguramente ya sabéis quien es.
Ella me dio vía libre para escribirlo y esa tarde-noche ya escribí tres páginas del guión. Cuando cerré el ordenador Max aún no había vuelto. Me duche, me puse el pijama y me recosté en la cama, con uno de los gatos apoyado en la almohada igual que yo.
Estaba ya medio adormilada cuando escuché la cerradura.
ᅳ¿Te he despertado? ᅳpreguntó Max, en un susurro.
No le contesté.
ᅳHe estado escribiendo ᅳdije bajito, pero aún así con una emoción el la voz.
ᅳ¿En serio?
ᅳ¡Sí! ᅳSeguíamos susurrandoᅳ, leí un libro que me inspiró a hacer un guión sobre él. ¿Conoces Cleopatra and her elegy?
ᅳNo. Pero mañana me pongo a leerlo.
Solté una risa tontaᅳ No hace falta.
ᅳMañana me pongo a leerlo ᅳrepitió. Se metió en la ducha y cuando salió yo ya estaba medio dormida, él me vió y me sacó una foto acurrucada con uno de sus gatos, que me enseñó por la mañana.
Yo entreabrí los ojos, viéndolo a él cerca de mi cara.
ᅳ¿Max? ᅳsusurré, con la voz un poco entrecortada. Él apoyó su barbilla en el colchón y nuestras narices casi se rozanᅳ. Estos últimos siete meses han sido increíbles, nunca pensé que viajaría tanto por una persona. A lo que me refiero con esto es que me encanta estar contigo, sea donde sea.
ᅳA mí también me encanta estar contigo, Hyacinth ᅳdijo él, moviéndose un poco para poder darme un beso en la frente.
ᅳLo que te quiero decir es que te quiero. Ya está. Ya lo he dicho. No hace falta que tú me lo digas también, solo...
ᅳNo seas tonta, Hyacinth ᅳTenía una pequeña sonrisita, por un segundo pensé que me lo iba a negarᅳ. ¿De verdad crees que no te lo voy a corresponder? Te quiero, Hyacinth. Te amo.
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